Wednesday, May 2, 2018
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Familia,
Como ven “todo tiene su final”. El querido Tío Juan, de tez trigueña, estatura dominante y buen carácter duerme de sus dolores. Durante mi niñez el siempre se aparecía para beberse un cafecito o oír a Carlos tronar el cuatro. Siempre enamorado de los coches y como el zumbador “un pica flor”. Sus consejos de mantenerme lejos del abuso de vicios todavía me pesan en la mente como si fuera unos de sus aguinaldos. Su pelo azabache, (marca de los Lopez de Ángeles), que yo me acuerde - sin canas. Pero la enfermedad con raíces profundas en el cuerpo también le robó eso. Lejos del flambollan, coqui, bellonera y pitorro es difícil olvidar las guallaveras que el siempre les gustaba. Unos de sus favorito refránes de respuesta cuando se sentía mal “¡como cáscara!
¿Pues que nos queda? Estamos “acá” y tratamos de vivir un día a la vez. Quizás el café no sale igual pero se vive. Tío Juan entendía eso. Nadie que confía en dios teme el último suspiro. Pues a lo contrario es el primer paso a una vida prometida por El Soberano. Entonces en un futuro muy cercano, Él promete quitar esta condena del pecado y “la muerte no será más” (Apo 21:3, 4). Todos los López, menos los que no toman consejo, desde que arribó Colón estaremos juntos con Mamá y Papá para oír a Tío Juan cantando otra vez.
Con mucho amor,
C